lunes, octubre 04, 2010

En obediencia VES.

Lucas 6:39-49



39 También les contó esta parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?40 El discípulo no está por encima de su maestro, pero todo el que haya completado su aprendizaje, a lo sumo llega al nivel de su maestro.


41 »¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que tienes en el tuyo?42 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo" , cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡*Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.

El árbol y su fruto


(A) 43 »Ningún árbol bueno da fruto malo; tampoco da buen fruto el árbol malo.44 A cada árbol se le reconoce por su propio fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.45 El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.

El prudente y el insensato


(B) 46 »¿Por qué me llaman ustedes "Señor, Señor" , y no hacen lo que les digo?47 Voy a decirles a quién se parece todo el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica:48 Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca. De manera que cuando vino una inundación, el torrente azotó aquella casa, pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear porque estaba bien construida.49 Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica se parece a un hombre que construyó una casa sobre tierra y sin cimientos. Tan pronto como la azotó el torrente, la casa se derrumbó, y el desastre fue terrible.»

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El yo viene a ser aquel eje de equilibrio sobre el cual gira nuestra vida ya sea para evolucionar o involucionar.  Evolucionamos cuando mente, cuerpo y espíritu buscan vivir en armonía con Dios.  Involucionamos cuando nos rebelamos contra Dios.
 
Cuando nos rebelamos quedamos ciegos en mente, cuerpo y espíritu. Este rebelarnos, puede ser de forma conciente: sé lo que estoy haciendo.  O de forma inconciente: no sé que lo estoy haciendo pero aún así me hago daño y hago daño.
 
Por eso es que en nuestro medio, debemos constantemente funcionar como sensores o máquinas que miden constantemente quiénes alrededor nuestro, con lo que hacen, dicen o sienten, buscan acercarnos a Dios, o alejarnos de Él.  Ya sea conciente o inconcientemente.  El riesgo que se corre es muy alto si nos dejamos arrastrar por corrientes del mal no identificadas.  Acercarnos a lo bueno, imitando lo bueno, esas cosas que nos acercan a Dios y nos hacen estar en buena comunión con El, es pues, la mejor forma de vida. 
 
Ser hipócritas es no ser congruentes.  Es hablar y no procurar hacer en concordancia con lo que dije.  Es hablar y no cuidar mis acciones.  Es decir, haz como yo digo y no como yo hago.  Es ser un dictador moral, social, cuyos cinco dedos apuntan hacia fuera.  El yo sólo existe para beneficio personal. NO existe aquí, el yo para ser responsables.
 
 
Ser ciegos a los ojos de Dios es no preocuparme de qué hago, o cómo lo hago, es juzgar sin ver las acciones propias: Mal camino.
 
El ver es ser humildes, responsables, es cuidar lo que hacemos y cómo lo hacemos porque sabemos que nuestros frutos ayudan en nuestro amar al prójimo. Buen camino.
 
Yo no necesito querer ser luz, porque la luz está en la obediencia a los mandamientos de Dios.  Así nos nacerá decir Señor, Señor porque lo sentimos.  Cuando veas, no dirás VEO, sólo buscarás seguir obedeciendo a Dios.
 
El existir y ser tú, osea yo, tiene sus bendiciones y también sus riesgos. Pero en Dios y Jesús, no hay riesgos, sólo bendiciones.  Bendice tú vida y la de otros siendo obediente a los mandatos de Dios y así siempre verás.

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