miércoles, octubre 13, 2010

Dios me creó. Jesús me enseñó y envió.

Lucas 9:1-17

Jesús envía a los doce
(A) (B) 1 Habiendo reunido a los doce, Jesús les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y para sanar enfermedades.2 Entonces los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.3 «No lleven nada para el camino: ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni dos mudas de ropa —les dijo—.4 En cualquier casa que entren, quédense allí hasta que salgan del pueblo.5 Si no los reciben bien, al salir de ese pueblo, sacúdanse el polvo de los pies como un testimonio contra sus habitantes.»6 Así que partieron y fueron por todas partes de pueblo en pueblo, predicando el evangelio y sanando a la gente.     7 Herodes el tetrarca se enteró de todo lo que estaba sucediendo. Estaba perplejo porque algunos decían que Juan había *resucitado;8 otros, que se había aparecido Elías; y otros, en fin, que había resucitado alguno de los antiguos profetas.9 Pero Herodes dijo: «A Juan mandé que le cortaran la cabeza; ¿quién es, entonces, éste de quien oigo tales cosas?» Y procuraba verlo.
Jesús alimenta a los cinco mil
(C) 10 Cuando regresaron los apóstoles, le relataron a Jesús lo que habían hecho. Él se los llevó consigo y se retiraron solos a un pueblo llamado Betsaida,11 pero la gente se enteró y lo siguió. Él los recibió y les habló del reino de Dios. También sanó a los que lo necesitaban.   12 Al atardecer se le acercaron los doce y le dijeron:
—Despide a la gente, para que vaya a buscar alojamiento y comida en los campos y pueblos cercanos, pues donde estamos no hay nada.[a]   13 —Denles ustedes mismos de comer —les dijo Jesús. —No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a menos que vayamos a comprar comida para toda esta gente —objetaron ellos,14 porque había allí unos cinco mil hombres.   Pero Jesús dijo a sus discípulos: —Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta cada uno. 15 Así lo hicieron los discípulos, y se sentaron todos.16 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo. Luego los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente.17 Todos comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.
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Hoy como entonces, Dios por medio de Jesús nos envió con poder.  En esta parte del Evangelio podemos leer cómo los discípulos recibieron la instrucción de no llevar nada con ellos, ni siquiera una muda de ropa.  Creo que más que la instrucción literal, que tuvieron que obedecer, era para que tuviéramos claro de que cuando nos ponemos en manos de Dios, Él se encargará de nosotros y no tenemos que preocuparnos de cómo se darán las cosas.  Indistintamente de cuál sea tu ministerio, no has de preocuparte de nada.  Porque todo fluirá para que cumplas con tú tarea.  Sólo nos toca mantenernos en frecuencia divina.

Nos envió con poder para curar enfermedades y predicar la palabra.  Es así hoy. En ti que lees, hay poder de Dios. Este poder podrá salir de ti el día que tu disciplina espiritual, oración, meditación, reflexión, ayuno, etc., preparen a tu mente, cuerpo y espíritu para que esto suceda. 

En ti hay poder de Dios y a través de tus dones y talentos pueden, si te decides, darse a conocer dándole la gloria a Dios.

También nos envió a sanar a los enfermos.  ¿Cómo hemos podido llegar a insensibilizarnos a tal punto de pasar por un parque, ver a una creación de Dios tirada bajo la lluvia y nada sentimos? Nos estamos desconectando de nuestra sensibilidad, de nuestra compasión, todo por temor a lo desconocido o a lo que pueda amenazar nuestra vida.  Si no estás involucrado en algo, busca la manera de formar parte de algún grupo, organación o comité que tenga como propósito ayudar, apoyar, donar, gestionar lo que personas necesitadas requieren.  No nos quedemos impávidos y tranquilos frente la televisión diciendo WAO...

Nos envió a vivir en comunidad. Ser buenos vecinos, compañeros de clase, colegas, etc.  Pero antetodo, ser BUENOS.  La bondad es divina, viene de Dios, nos toca conocerla y cultivarla.  Puedo entender que estas tareas, con lo complicado que se torna este mundo no sean fáciles de hacer.  Pero ten presente lo siguiente: TODO LO QUE JESÚS NOS MANDÓ A HACER BUSCA QUE AMEMOS A DIOS Y A NUESTRO PRÓJIMO.  PERO INDIRECTAMENTE BUSCA QUE CREZCAMOS INTERIORMENTE Y EVOLUCIONEMOS EN ESPÍRITU.  Esta la parte conciente y física, en donde se ve claramente que somos obedientes. Y está la parte interna la que no podemos ver, pero que crece o decrece dependiendo de que si somos obedientes o no.

Para poder cumplir con lo que Jesús me mandó a hacer, como mandó a los discípulos en este pasaje, tengo que saber ¿qué Jesús nos mandó hacer?  Si resumimos la respuesta puede que quede algo así:
  • Amar a Dios primero. Con todo. (Obediencia es amar a Dios)
  • Amarnos personalmente. (amarme)
  • Amar al prójimo.
  • Orar personalmente y en grupo. Congregarnos en grupos de fe.
  • Compartir el pan y el vino. (Cuerpo y sangre)
  • Educar a otros en las enseñanzas que Él nos dio, enseñándoles a ser obedientes.
  • Bautizar a otros, haciéndoles parte del cuerpo de Cristo y el Reino de Dios.
Sé que suena a recetario. Pero humildemente aprendo a diario que solo repitiéndome esto es que me mantengo enfocado.  Llegado el momento tú no tendrás que investigar cuál es tu llamado o tu talento o tu don. Simplemente Dios te lo mostrará porque habrás crecido lo suficiente a través de tu obediencia y amor a Dios, que todo será parte de un solo proceso.  Solo es cuentión de ir creciendo en obediencia, EN AMOR.

Lo que necesito debo pedirlo a Dios porque él me hizo. Dios me dirá qué hacer y podré apoyarme en Jesús siguiendo sus indicaciones.

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