miércoles, noviembre 10, 2010

Aún perdidos, podemos regresar.

Lucas 15:1-10


Parábola de la oveja perdida

(A) 1 Muchos *recaudadores de impuestos y *pecadores se acercaban a Jesús para oírlo,2 de modo que los *fariseos y los *maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.»  3 Él entonces les contó esta parábola:4 «Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla?5 Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros6 y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido." 7 Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se *arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
Parábola de la moneda perdida

8 »O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata[a] y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: "Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido." 10 Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles[b]por un pecador que se arrepiente.
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Hace unos días pensé que tenía cinco dólares en mi cartera y cuando miré no estaban.  Empecé a buscar en los pantalones que usé días anteriores, en las camisas anteriores, metí la mano en la lavadora, y la verdad, aún sigo mirando y cuando veo algo verde parecido, curiosamente miro con atención a ver si los encuentro.

En el mismo orden ayer martes recogí de la mesa antes de salir, algo rápido porque iba tarde, un dólar y algunas otras monedas que tenía allí.  Camino a mi trabajo paré a comprar pan, para mi sorpresa en mi bolsillo solo estaban las monedas, tuve que decirle a la dependiente que me esperara, fui al auto y sumé los sesenta centavos requeridos para comprar el pan.  Quedé perplejo porque esta vez yo sabía que había metido el dólar en mi bolsillo.

Pasó el día, llegué a casa gracias a Dios y ya estaba adentro, en la lavandería específicamente tendiendo ropa para secar. Escuché a alguien llamar afuera "buenaaas" "buenaaaaasss" me asomé y una señora que iba pasando, me pidió limones que vio en el piso debajo del árbol de limón.  Recogí y le compartí.  Justo cuando terminó eso y mirando al piso ¿qué crees que vi? Un dólar arrugadito en el piso. 

Puedo entender la parábola de la moneda perdida, como sé que tú también, porque estamos muy asociados con el asunto del dinero y cómo tenemos que cuidar el que Dios pone en nuestras manos.  Si se te ha perdido una mascota alguna vez también sabes lo que se siente perder una oveja. 
¿Cómo nos sentiríamos si luego de trabajar en algo, un proyecto, por días y días, al despertar una mañana vemos que no está y que no lo podemos encontrar?

Supongo que así se siente Dios y más todavía cuando decidimos alejarnos de Él y no hacer su voluntad. Tenemos la libertad de elegir.  De la misma manera, cuando elegimos regresar a Él, nos dice Jesús en esta palabra, en el CIELO hay fiesta. Los ángeles incluidos.

Es muy importante que tengas presente que siempre puedes regresar. Podemos arrepentirnos. Podemos cambiar y saber que seremos aceptados.  Y habrá celebración. 

Pasando esta enseñanza a nuestro nivel, también debemos celebrar cuando hay reconciliación entre nosotros. Cuando se aclaró un mal entendido entre amigos. Cuando una familia goza en paz porque se arregló la disputa. 

El amar debe incluir contemplar la posibilidad de que no siempre haremos o la otra persona hará lo que es mejor para la relación y teniendo esto en cuenta hay que dar espacio para las equivocaciones, el arrepentimiento, ser pacientes y tolerantes, hacer la paz. 

Celebremos la paz y el amor. Y cuando falten, busquémosla nuevamente cual oveja perdida o moneda brillante. Y al final, con Dios y sus ángeles celebraremos una gran fiesta.

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