viernes, febrero 03, 2012

Dios me corrige para hacerme como Él.

Hebreos 12:3-11

Dios Habla Hoy (DHH)
 3 Por lo tanto, mediten en el ejemplo de Jesús, que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores; por eso, no se cansen ni se desanimen. 4 Pues ustedes aún no han tenido que llegar hasta la muerte en su lucha contra el pecado, 5 y han olvidado ya lo que Dios les aconseja como a hijos suyos. Dice en la Escritura:
   «No desprecies, hijo mío,
la corrección del Señor,
ni te desanimes cuando te reprenda.
6 Porque el Señor corrige a quien él ama,
y castiga a aquel a quien recibe como hijo.»
 7 Ustedes están sufriendo para su corrección: Dios los trata como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no corrija? 8 Pero si Dios no los corrige a ustedes como corrige a todos sus hijos, entonces ustedes no son hijos legítimos. 9 Además, cuando éramos niños, nuestros padres aquí en la tierra nos corregían, y los respetábamos. ¿Por qué no hemos de someternos, con mayor razón, a nuestro Padre celestial, para obtener la vida? 10 Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían durante esta corta vida, según lo que les parecía más conveniente; pero Dios nos corrige para nuestro verdadero provecho, para hacernos santos como él. 11 Ciertamente, ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la lección, el resultado es una vida de paz y rectitud.
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Para conocer la resistencia de un material, se le somete a pruebas.  Lo mismo sucede cuando necesitamos verificar si podemos confiar en alguien. El mundo se mueve en base a confianza y esta última necesita ser el resultado de situaciones en donde probamos, mediante acciones, que sí somos merecedores de confianza.

Esto se expresa en todas los sentidos posibles en cuanto a los tipos de relaciones que tenemos con el ambiente que nos rodea. 



Confianza es necesaria de Dios hacia nosotros y nosotros confiamos en Él. Con nuestra familia, amistades, nuestras mascotas, lugares de trabajo, en fin, funciona en ambos sentidos.

Al no obedecer, rompemos confianza. Y Dios que nos ama, nos corrige. Según aprendí, Dios, no nos tienta pero sí observa cómo vamos manejando distintas situaciones que se nos pueden presentar. Es un tanto así como, espera ángel, no hagas nada, quiero ver qué hará Carlos ahora.  

Si Dios cumple, nos toca cumplir.

Disciplina, corrección, son señales de un Dios que nos ama, igual como lo hacen nuestro padre y madre aquí donde vivimos temporalmente.

La invitación del libro de Hebreos, es a que no nos cansemos, no podemos hacerlo. Porque mientras más situaciones enfrento y me mantengo buscando a Dios, poco a poco me fortalezco y crezco y Dios me bendice. ¿Si caigo? Dios me endereza nuevamente siempre y cuando lo pida, luego de arrepentirme.  Ese enderezar duele si lo vemos trasladado a nuestra vida.

Resultado de no obedecer es pecado. El pecado es muerte. Dios no nos hizo para morir. Nos hizo para vida eterna y refrendó ese destino humano de personas santas con la venida de Jesús el Cristo. Nuestro transformador.

La vida de Jesús, imitarla, requiere de nosotros esfuerzo y disciplina. Porque no será fácil. Pero Dios nos ama, lo demostró con Jesús y ellos no pararán. Seguirán sobre nosotros hasta que cambiemos. Siempre y cuando los busquemos y decidamos aprender, crecer y cambiar.

Y al final como dice Hebreos 12: 11 el resultado será una vida de paz y rectitud.

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