domingo, julio 05, 2015

No podemos parar.

Marcos 6:1-13(DHH)

Jesús se fue de allí a su propia tierra, y sus discípulos fueron con él. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. Y muchos oyeron a Jesús, y se preguntaron admirados: —¿Dónde aprendió éste tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros? Y no tenían fe en él. Pero Jesús les dijo: —En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa. No pudo hacer allí ningún milagro, aparte de poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos. Y estaba asombrado porque aquella gente no creía en él.  Jesús recorría las aldeas cercanas, enseñando. Llamó a los doce discípulos, y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino solamente un bastón. No debían llevar pan ni provisiones ni dinero. Podían ponerse sandalias, pero no llevar ropa de repuesto. Les dijo: —Cuando entren ustedes en una casa, quédense allí hasta que se vayan del lugar.  Y si en algún lugar no los reciben ni los quieren oír, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia.  Entonces salieron los discípulos a decirle a la gente que se volviera a Dios. También expulsaron muchos demonios, y curaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.

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Todos tenemos nuestras historias bíblicas que llaman nuestra atención de forma especial. Ese es mi caso hoy con esta historia de Jesús. De niño siempre me preguntaba: -- ¿Por qué no puedo ser profeta en mi propia tierra, barrio, casa? -- Ciertamente en el tiempo a medida que crecía aprendí por qué no se puede, o es poco probable. 

Ayer tuve la oportunidad de compartir con los y las jóvenes que pronto serán confirmados en la fe cristiana y les recordaba que muchas veces, quizás porque nuestros maestros de escuela bíblica así lo han hecho, vemos a Jesús solamente en su fase divina. Solo lo vemos como El Hijo de Dios. Tenemos la tendencia natural de olvidar que fue humano y que también como tal cometió errores. Si leemos prestando atención podremos ver y entender cómo se dieron algunos de estos errores.  Ahora, cuando digo errores no hablo de la mala elección intencional de algo o hacer algo mal premeditamente, sino reconocer que la forma en la que decidimos actuar no era la mejor, y rectificar el camino.

En este caso Jesús se percató de que: El poder de lo que la gente piensa de nosotros y cree de nosotros nos afectará ya sea que lo creamos o no. Cuando Jesús regresó a su madre tierra y vio la forma en la que pensaban de Él, supo que no sería efectivo. La humanidad de Jesús se expresa aquí de la misma forma que lo hizo cuando lloró, cuando se sintió triste, enojado. ¡Sí! Este también es Jesús.

Y es aquí donde viene la gran lección para esta nuestra semana que comienza:
 "La humanidad de Jesús nunca lo detuvo. JESÚS NUNCA PARÓ.

La segunda parte de esta lectura del evangelio de hoy nos da una orientación directa hacia esto: Jesús siguió enseñando y llamó a los doce y los envió de dos en dos con poder y con instrucciones específicas.
¡QUÉ GRAN COMPROMISO TENÍA JESÚS!    ¿QUÉ TAN GRANDE ES NUESTRO COMPROMISO?
Yo sé que no estoy dando mi 100% en el nombre de Jesús. Tú debieras responderte esta misma pregunta en tu interior de forma silenciosa.  ¿Estoy dándole mi todo a Jesús?  ¿ESTOY DÁNDOLE MI TODO A JESÚS?

Jesús continuó llevando la buena nueva sin perder enfoque. Ciertamente habrán momentos cuando la gente nos hiera con lo que digan y con lo que hagan, pero, nunca debemos por esto parar de trabajar, de compartir, de amar, de la misma manera que Jesús lo hizo. No perdamos el enfoque en el premio: VIDA ETERNA A TRAVÉS DE JESÚS NUESTRO SEÑOR.  Hay mucho qué hacer.  Nunca debemos parar de amar a Dios y amar al prójimo. Ese es nuestro llamado como cristianos. En oración y en acción continuemos. Amén.