lunes, enero 31, 2011

SI NO LA NOTAS, LA BOTAS

Gálatas 4


1-2 Lo que quiero decir es esto: Mientras el hijo es menor de edad, es igual a cualquier esclavo de la familia y depende de las personas que lo cuidan y le enseñan, hasta el día en que su padre le entregue sus propiedades y lo haga dueño de todo.3 Algo así pasaba con nosotros cuando todavía no conocíamos a Cristo: Los espíritus que controlan el universo nos trataban como si fuéramos sus esclavos.4 Pero cuando llegó el día señalado por Dios, él envió a su Hijo, que nació de una mujer y se sometió a la ley de los judíos.5 Dios lo envió para liberar a todos los que teníamos que obedecer la ley, y luego nos adoptó como hijos suyos.6 Ahora, como ustedes son sus hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a vivir en ustedes. Por eso, cuando oramos a Dios, el Espíritu nos permite llamarlo: "Papá, querido Papá".7 Ustedes ya no son como los esclavos de cualquier familia, sino que son hijos de Dios. Y como son sus hijos, gracias a él tienen derecho a sus riquezas.
+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Al asociar a los niños y niñas en su relación con sus padres y madres y cómo es su relación y lo comparamos con nuestra relación con Dios, creo, que el problema más serio sería, al ver los resultados que nosotros NO creemos que somos hijos de Dios.
 
Esto no lo vemos así porque nuestras actitudes no dicen que lo vemos así.
 
Constantemente olvidamos quién es Dios y que nos heredó su riqueza y nuestra riqueza es tanta que no sabemos contarla, ni entenderla.    ¿Qué sucede con la riqueza de la persona que no sabe en qué consiste esa riqueza? SI NO LA NOTAS, LA BOTAS.
 
Yo como hijo de Dios, cristiano por herencia, debo buscar a Dios diariamente para poder ir entendiendo pedacito a pedacito en qué consiste la riqueza que voy a heredar.
 
Ya no soy esclavo porque Jesús me hizo libre y me envió su espíritu para ayudarme y ayudar a otros. No hay espacio para la esclavitud, lo negativo para el bautismo en el nombre de Jesús en donde mi vida se transforma y por ende, cambia.
 
Hoy, piensa en la riqueza de Dios y las distintas facetas que puede tener............en tu vida. (Ayúdate con el Sermón del Monte Mateo 5, 6 y 7)

lunes, enero 10, 2011

Levántate y resplandece

Mensaje de Epifanía



S. E. Revdma. +Julio E. Murray




"¡Levántate y resplandece que ha llegado tu luz! y la gloria del Señor brilla sobre ti!" Isaías 60:1



La Epifanía es la prolongación de la Navidad. Es la fiesta de la revelación, de la manifestación de Jesús. Con un lenguaje poético, el profeta Isaías anuncia la alegría del rescate, la vuelta de los desterrados y una salvación universal a un pueblo que acaba de salir de la humillación. El desaliento y desánimo parecen apoderarse de la gente, por eso el profeta levanta su voz para animar al pueblo diciéndoles que la oscuridad del desierto y del pecado han desaparecido dejando paso a la luz de la salvación. El profeta anuncia como vendrán reyes desde las regiones más lejanas a ofrecer sus regalos, “incienso y oro”. Esta profecía se ha hecho realidad en Cristo-Jesús que ha nacido para ser: “luz que alumbra a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”. El punto de atracción no es una capital geográfica o política: el punto de atracción es la persona de Jesús el Cristo.



Si el profeta Isaías invitaba al pueblo de Dios a levantar su cabeza porque comenzaba a brillar la luz sobre ellos, el Apóstol Pablo se siente orgulloso de “la gracia que se le ha dado” para poder revelar a todos el misterio que se había escondido desde siempre: “que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa de Jesucristo” (Efesios 3:2-6). El Evangelio de Mateo 2:1-12, describe la visita de los sabios de Oriente al recién nacido que luego van por todas las naciones manifestando y revelando que la salvación ha llegado para todos sin distingo de etnia o cultura. Ahora que se da cada vez más la mezcla de razas y culturas por razones de índole social, política o económica, o por la creciente migración o movilización forzada en algunos pueblos, tal vez la lección más importante para nosotros es que aprendamos de Jesús a ser más abiertos de corazón a los que hablan otros idiomas o traen otras culturas para crear la comunidad de FE. Que podamos denunciar y combatir todo pecado de racismo y clasismo que divide al pueblo de Dios y que tengamos un espíritu misionero, con corazón respetuoso y solidario.



En estos días de la Epifanía, vamos a recordar la manifestación progresiva de Jesús el Mesías: a sus padres, a los pastores, a los sabios, a los ancianos Simeón y Ana en el Templo, a los testigos de su Bautismo en el río Jordan, a Pedro y Andrés y los otros discípulos que llamó, a los que enseño las bienaventuranzas, a los que enseño su gran mandamiento, a todo el pueblo que reconoce que Jesús no vino a poner fin a la ley y las enseñanzas de los profetas sino a darle su verdadero significado.



Yo les exhorto y les animo para que también nosotros manifestemos la presencia real de Jesús en medio de nosotros. Vivimos en medio de tantas señales de desesperanza, inseguridad, pobreza, hambre y violencia. La injusticia, la desigualdad, el irrespeto y la falta de valores se han convertido en los compañeros de nuestro diario caminar. Por eso, ayúdenos a reflejar la luz de Cristo: a los que están solos o enfermos, a nuestros familiares, vecinos y amigos, a los líderes en la comunidad. Ante tanto problema y dificultad en que vivimos reconozcamos que Dios nos envía su luz admirable y maravillosa en Jesús que nos acompaña siempre. Dios hizo esto de acuerdo con el propósito eterno que llevó a cabo en nuestro Señor Jesucristo. Dejemos que la Luz de Cristo nos guíe. Demos a conocer a otros quien es Jesús como Salvador, y así como hicieron los sabios de Oriente, ofrezcamos a Jesús lo que tengamos: nuestra vida adulta o nuestra juventud, nuestra riqueza-pobreza, nuestra virtud o defecto, nuestra salud o enfermedad, nuestras alegrías o preocupaciones y él nos alumbrará con su Luz. Que nadie más reine en nuestra vida sino Cristo. Que nos dediquemos al servicio de los demás y que le adoremos sólo a él en todo tiempo y lugar.



En esta estación de Epifanía que la Luz de Cristo alegre nuestros corazones con la buena noticia de su Reino.



+En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. AMEN